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Blog Proyecto SAMSARA

La Peste Blanca

14 Abril 2020 , Escrito por Samsara Fundación Ecológica Cultural Etiquetado en #LITERATURA, #CULTURA

Por Diego Orlando Bernal Sánchez.

 

Esa mañana la noticia sobre el incremento de muertos dejo en claro que la parca no da tregua, sigue muy activa en su labor de apagar muchas vidas. El ambiente se asemeja a la fumigación contra una plaga, todo es incertidumbre, las personas se empiezan a debilitar en su deseo de vivir, a quienes invade la peste blanca, empiezan a sentir un malestar similar al de las gripas comunes, pero en la medida que se va expandiendo por el cuerpo, la debilidad es mayor, lo peor sucede cuando se instala en los pulmones, eso provoca un ahogamiento, es la falta de oxígeno, tal como le sucede al planeta por las deforestaciones  o los incendios que acaban con bosques enteros.

 

En el improvisado hospital el médico se detiene frente a la cama de la señora que se aferra a su dios, ella le lanza una lastimera mirada, pero no puede hablar,

 

-mejor que esta callada- piensa el médico, es un hombre que ya se encuentra agotado de escuchar hablar tanto sobre ese dios, pero él considera que ese dios no se ha hecho presente en el  lugar. El galeno en silencio piensa; –ayer murió un niño de año y medio, no creo en un dios tan perverso, esa criatura sufrió demasiado con el ahogo que le provoco esta maldita peste-.

 

Las noticias son lanzadas con la intención de convencer que todo está siendo superado, pero en el aire el olor a muerte ronda por todo lado, las personas le creen más a lo que están oliendo que a lo que les están diciendo. Las calles se encuentran desoladas, esto ha  permitido el paso sin problema de los animales por toda la urbe, con el encierro de los humanos, los animales no son desterrados, pensar que este era su lugar de origen, hoy ellos se desplazan por las avenidas observando a los humanos encerrados en sus casas, en sus edificios, como si estuvieran enjaulados, es como si les hubieran castigado por haber hecho tanto mal al planeta.

 

En medio de su pensamiento el médico es sorprendido por la enfermera, ella ingresa a la habitación y le dice: -Dr. El paciente del cuarto de al lado está sufriendo la crisis respiratoria- el médico la observa, sabe que no quedan más equipos, a su mente llega el recuerdo de la orden del gobierno,  deben dar prioridad a los jóvenes, se pasa la mano por la frente, en forma pausada mirando a la anciana ordena;  -proceda…  lleve el equipo al paciente joven-.

 

La enfermera lo mira con asombro, sabe que debe cumplir la orden, ella conoce las consecuencias de desconectar a la anciana, eso la entregará a la muerte.

 

La enfermera procede a realizar el ritual de quitar la careta, desconectar el respirador, recoger el catéter, cuando ha concluido su labor, la anciana se agita desesperada buscando encontrar un soplo de oxígeno, se retuerce, balbucea, su rostro se estremece, lucha por una gota de aire, sus ojos se abren, dando la impresión que se van a desorbitar sus pupilas. La enfermera se apresura, no soporta tener que presenciar esas agonías, cuando logra liberar el aparato sale con el respirador rumbo a la habitación de al lado, camina rápido, huyendo del dramático cuadro, a ella no  le gusta ver morir a las personas y menos a una anciana.

 

El médico espera que la anciana entregue su último aliento,  la debe reportar, pero ya no lo hará como una persona muerta por la peste, sino que debe indicar que es una recuperada, la locura de los políticos los ha llevado a considerar que si le mienten a la gente no se van a enterar del número de muertos, todo debe ser como ellos dicen, no como realmente lo es.

 

Pasado un instante que parece bastante tiempo, la mujer deja de respirar, el último aliento de vida sale de su cuerpo. El médico revisa los signos vitales, confirma que efectivamente falleció, pero  en su reporte debe indicar que se recuperó. Al estar seguro del deceso de la anciana se alista para realizar el reporte… de repente…  súbitamente la anciana que creía muerta y sin voz, sin aliento y débil, se incorpora de la cama y se queda mirándolo fijamente, su mirada es intensa, tan fuerte es la mirada que logra paralizar al médico, quien en medio de su temor piensa –¡me debo estar volviendo loco, esta mujer se encuentra muerta¡- el médico no se puede mover, estando en esa situación, todo paralizado escucha la firme voz de la mujer. –mercaderes de la vida, usted también es una víctima de esos, son parásitos del mundo, igual que lo fui yo, esos mercaderes de la vida son la peor plaga de este planeta y ni con toda su tecnología se salvarán- las palabras de la mujer llenan de pavor al médico, desea hablar, desea moverse, pero no puede.

 

La mujer sonríe, sus labios están resecos, por ello pasa su lengua tratando de humedecerlos, luego se libera de algunas vendas que tenía en el cuerpo, se pone de pie y camina hasta el lugar donde se encuentra un traje quirúrgico, se viste con ese traje sin dejar de mirar al médico que sigue paralizado.

 

-Mire doctor, los viejos no somos fácil presa del olvido, por eso debo salir a recordar que somos como la peste, nos aparecemos en diferentes épocas, lanzamos una advertencia, pero cada vez regresamos más fuertes, dígales que la arrogancia los hundirá más, que esto se pondrá peor-.una vez termina sus palabras la anciana se cubre con un tapaboca y en forma erguida sale de la habitación. Un reguero de líquido moja el pantalón del médico, hasta formar un charco a sus pies, todo se nubla, siente un dulce abrigo en su ser, se siente cansado, pero el impacto de la figura de la anciana es tan fuerte que continua en shock.

 

La enfermera regresa a la habitación, al observar el macabro cuadro de su garganta sale un grito desgarrador, el personal se apresura para saber lo que sucede, al ingresar al cuarto quedan  paralizados, el miedo los embarga, el médico de turno se encuentra tendido en el piso, desangrado,  la cama de la anciana se encuentra vacía , su cuerpo no se ve por ningún lado, el galeno no tiene un halito de vida, sus ojos desorbitados que recuerdan los de la vieja que trataba de respirar quedaron en dirección de la puerta, todos se sienten observados por su penetrante mirada.

 

En la calle, la vieja avanza con pasos firmes, una canción brota de sus labios, piensa en sus nuevas víctimas, entre más rápido se mezcle en los hospitales, más aprisa dejará la ciudad sin médicos…

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